viernes, 16 de noviembre de 2007

En lo simple y maravilloso de una sonrisa compartida.

En lo simple y maravilloso de una sonrisa compartida.

En la sabiduría que no necesita ser explicada.

En el gesto simple de un abrazo apretado y un beso que sale del alma.

Dejemos que nuestro ser renazca dentro de cada uno de nosotros en este nuevo día que se inicia.

El inicio del día marca un ciclo de algo que se deja atrás y de algo que comienza. Algo nos pasa adentro, algo que nos llama a revisar la etapa que se termina y a proyectar lo nuevo que viene. Son momentos para reconectarnos con nosotros mismos y con honestidad observarse y aquilatar la propia vida.

Este es siempre un buen momento para reconectarnos con motivaciones internas y con nuevo brío iniciar el día, inspirados en el impulso que desde nuestro centro, nos mueve. Quizás muchas veces sintamos que no tenemos una inspiración central, o que la hemos perdido en la aceleración y los deberes de la vida actual; y que en el exceso de esfuerzo ya no sabemos quiénes somos y, simplemente vivimos cumpliendo, cumpliendo día tras día, como si el que viviera en nosotros no fuera un ser humano en toda la grandeza y luz que ello implica, sino una marioneta que actúa y hace, sin inspiración, sin sentido.

Esta falta de motivación personal, esta carencia de sentido, guarda relación con la falta de contacto con lo interno, aquello que mora en el silencio y que requiere de quietud, de espacios de relajación, de permitirse ser desde la naturalidad y no desde el deber, que es el punto exclusivo en el cual se centra nuestra cultura y no nuestra naturaleza, incluyendo el deber de divertirse y pasarlo bien al estilo acelerado y lleno de ruido que nos imponen. Si no se mantienen espacios de contacto con aquella fuerza que nos llevó a movernos en un sentido determinado, terminaremos actuando desde la cáscara, sin entusiasmo, sin encanto, sin vida, incluso sin Amor.

Sin embargo, si soltamos no solo los horarios y deberes externos, lo cual a menudo no es posible; si soltamos la chicharra mental de nuestras obsesiones, de nuestros disfraces, apariencias y argumentos para defendernos de los otros, y nos reencontramos con el corazón, con lo simple y natural de nosotros mismos nos daremos cuenta que allí, en el más profundo silencio, en lo que somos sin adornos ni grandes objetivos, está aquello que quizás cuando fuimos niños o jóvenes estaba a flor de vida: la naturalidad del ser humano que anhela amar, ser amado, compartir, crear, aprender, disfrutar, realizar.

Tiempos nuevos, tiempos para darse el tiempo de ver atardeceres, de caminar, de contemplar el sonido de las hojas de los árboles, de conversar, de jugar, de volver a Ser. Tiempos de conexión con las fuerzas pujantes del alma que siempre anhela dar nacimiento a lo que auténticamente somos. Lo que se fué solo queda en mi historia personal y en la de quienes pasaron a mi lado. Es por ello que el mundo se mueve y los Seres Humanos en su caminar se encuentran o se separan. De esa historia sólo el recuerdo y lo que me enseñó la vida me servirán para empezar de nuevo.

En las primeras horas de este nuevo ciclo y en un gesto sagrado de admiración y respeto ante el Dios Padre de los cielos, ante La Diosa Madre de la tierra, todos los ángeles y maestros de mi vida, lo creado y lo que aun no ha sido creado, me recojo en mi interior para Agradecer, pedir Perdón y Celebrar.

Te invito a crear una nueva mirada de mirarnos, una nueva forma de escucharnos, una nueva manera de tocarnos, una nueva ESPERANZA EN LA FÉ, EN EL GOZO, EN LA ALEGRÍA, EN EL COMPARTIR Y EN EL AMOR.

Te invito a crear nuevos espacios de encuentros para compartir las risas y los llantos, los gozos y las penas, los amores y desamores, los fracasos y los éxitos, que sepamos que juntos todo lo podemos. Solos es más difícil...

Te invito a saber que nos unen cordones de plata invisibles que nos unen entre nosotros y ante el universo, que somos co-creadores de Dios ante el Universo, que somos responsables de la luz y de la sombra.

Te invito a venerar el templo sagrado del Alma, nuestro cuerpo, cuidándolo, aprendiendo una nueva manera de alimentarnos, te invito a darnos un tiempo para compartir lo mas seguido que podamos, a agradecer los alimentos, a bendecir el agua, a venerar la tierra que pisamos, a mirarnos a los ojos...

Te invito a saber que soy un hombre que esta aprendiendo a vivir desde una mirada mas compasiva, más alegre, y más esperanzadora, que esta aprendiendo a mirarse a los ojos, esta aprendiendo a sacarse las corazas que lo cubrían y permitirse lleno de miedos e inseguridades a vivir una nueva vida.

Te invito a recoger del ayer las conquistas y las pérdidas, los abrazos y los golpes. Todo tiene un sentido ante los ojos de quién aprende a vivir en la Esperanza, la Confianza y la Alegría ¡mi nuevo Desafío para el mañana!, Y como sé que solo no puedo, acompáñame, Te necesito en mi camino.